Luego de treinta y un años de trabajo en Argentina, y tras la creación de cuatro espacios comunitarios, campañas y programas permanentes, la LBV renueva su compromiso con la sociedad, apostando cada día a la educación e inclusión social de niños/as y adultos.
Con este anhelo en el corazón, un puñado de ciudadanos brasileños llegó al país para generar un trabajo que, con la ayuda de Dios y de innumerables personas, continúa hasta la fecha. El 3 de abril de 1985 la Institución obtuvo su personería jurídica. Esta fecha icónica marcó el nacimiento formal de la LBV Argentina.
Al principio, los pioneros de la causa de la Buena Voluntad debieron enfrentar importantes desafíos: las barreras del idioma, los aspectos culturales disímiles a su país natal y las lógicas limitaciones económicas. Sin embargo, la LBV encontró en Argentina numerosas manos dispuestas a ayudar.
Hoy muchos niños, que ya son adultos, guardan en sus corazones las vivencias que cambiaron sus vidas. Como Julieta Arzamendia, que, tiempo atrás, escribió en el Facebook de la Institución: “Egresé de la Escuela Infantil Jesús hace trece años. Gracias a la LBV soy una persona con todos los valores morales que aprendí junto a mis seños, que nos acompañaron en nuestro crecimiento a mí y a mi hermana melliza, Antonella. ¡Me encanta lo que hacen! ¡Los llevo en mi corazón y me siento orgullosa de haber pasado mi niñez en el maravilloso Jardín Jesús!”.
El trabajo continúa con ímpetu, siempre mirando hacia nuevos desafíos, inspirados en la propuesta de Paiva Netto: “Hagamos todo con Amor y Verdad y el trabajo quedará para siempre; jamás será olvidado pues habrá sido realmente provechoso a la humanidad. Es una cuestión natural de Justicia”.